sábado, janeiro 19, 2008


"Le gustaban los caballos, eran como perros grandotes con la diferencia de que en ellos uno alcanzaba a verse totalmente reflejado en sus ojos. En cambio, en los ojos de los perros no encontraba esa tinidez. Mucho menos en los perros que los españoles habían traído con ellos; éstos no eran como los itzcuintiles, los perros de los indígenas, sino perros agresivos, violentos, de mirada cruel. Los ojos de los caballos eran bondadosos. Malinalli sentía que los ojos de los caballos eran un espejo donde se reflejaba todo aquello que uno sentía, en otras palabras, eran un espejo del alma."


Laura Esquivel, Malinche, 2ªedición, Madrid, Santillana Ediciones Generales, S.L, 2007, p.65

Aquele Zaino, Foto de Eduardo Amorim

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