segunda-feira, janeiro 21, 2008


CIUDAD SIN SUEÑO

(NOCTURNO DEL BROOKLYN BRIDGE)


No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres
que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encntrará por las
esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta
de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que
callase.

No es sueño la vida. Alerta! Alerta! Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra
húmeda
o subimos al filo de la nieve con ele coro de las dalias
muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño;
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte le llevará sobre los hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los
ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y
barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de
nuestra lengua.
Alerta! Alerta! Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y
aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la
invención del puente
o a aquel muchacho que llora porque no sabe la
invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza
y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes
esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento
escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
azotadlo, hijos míos, azotadlo!

Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas escendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo
en las sienes,
abrid los esotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

Federico García Lorca, Poeta en Nueva York (1929 - 1930)

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